viajar a las masias


No hace mucho han sido declaradas Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) diez construcciones o bienes inmuebles en el Massís de les Gavarres. Testimonios de la pisada humana en la zona, están diseminados por un territorio cuyos paisajes vale la pena conocer y disfrutar cuando el turismo rural es tu afición. Vamos a conocer un poco el lugar donde se encuentran esos diez elementos de gran valor arquitectónico y etnológico que ahora cobran relevancia tras esta declaración que sin duda apunta a su protección.
Se trata en todos los casos de elementos que definen la actividad humana y la diversidad de las distintas explotaciones propias en el Massís de les Gavarres.
El Massís de les Gavarres es una alineación montañosa de la Serralada Litoral Catalana. Forma un gran arco a caballo de dos comarcas, el Baix Empordà i el Gironès y sus formas redondeadas alcanzan relativas alturas que ofrecen un paisaje forestal prácticamente ininterrumpido en una zona que ha estado siempre poblada. Y las distintas colectividades humanas que se asentaron allí, son las que han dejado los legados que hoy podemos conocer entre montes, valles y bosques.
Estas diez joyas rescatadas tienen que ver con actividades mineras, hidráulicas y otras propias del Massís de les Gavarres. El Molí d’en Frigola, situado en Crüilles, Monells y Sant Sadurní de l’Heure, ha permitido, a través de su cesión, la recuperación de los elementos patrimoniales que lo forman: molino, balsa, riego y demás elementos del conjunto. El núcleo antiguo de Monells y la iglesia románica de Sant Joan de Salellas, pueden ser parte de este bello itinerario.
Otros molinos forman parte también de esta declaración de interés. El Molí del Mas Xifra de Vall y el Molí de Canyadell, ambos en la Vall de Bell-lloch, en término municipal de Palamós, de los que se tiene constancia desde el año 1322. Los molinos se arrendaban a diferentes “masos” que podían así moler el trigo o la cebada.
La Rajoleria de Can Frigola, en los límites de Forellac, funcionó con vocación comercial hasta finales del siglo XIX. Su capacidad de producción llegaba a las treinta toneladas. Actualmente podemos efectuar una visita entre festiva y didáctica en la que se pueden saber muchas cosas acerca no solo del lugar sino también del estilo de vida de sus gentes y de curiosas anécdotas totalmente actuales.
En el mismo término de Forellac, el Forn de Calç de Fonteta, tiene mucho que mostrar. Así como también el Sistema hidráulico de Can Villalonga, en Cassà de la Selva, impresionantes acueductos que cuentan viejas historias.
Nos faltan todavía los Pozos de Hielo de la Font d’en Salomó, en la Bisbal d’Empordà, la Font Picant, en Madremanya y las Minas Victoria Esperanza y Niño Jesús, en Celrà, con lo que podremos cerrar un periplo de gran valor etnológico entre paisajes en los que la naturaleza es un continuo obsequio.

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