La ruta de don Quijote


Casi comenzabámos a impacientarnos, cuando llegó el esperado mensaje: el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha nos invitaba gentilmente a proseguir nuestra visita a sus viejos territorios.
Innecesario resulta decir que en menos de media hora estuvimos a punto de marcha. Tal era nuestro deseo, que todo estaba listo para cuando el caballero estuviera dispuesto a seguir camino.
El encuentro fue cortés y amistoso y Don Quijote nos sugirió deambular por el Campo de Calatrava, comarca histórica y natural de La Mancha. Por tanto, después del reencuentro en Almagro, nos dirigimos al sur, contentos de comenzar una nueva aventura que no sabíamos muy bien donde nos llevaría.
El primer destino sería Aldea del Rey o el sacro castillo de Calatrava la Nueva edificado en su término. Mucho se emocionó Don Quijote desde que avistamos de lejos el castillo. Mientras paseábamos por su recinto, nos fue contando mil historias conectadas con este castillo y el de Calatrava la Vieja.
El que estábamos visitando estuvo ocupado hasta el siglo XIX momento en que fue abandonado. Sin embargo, se conservan documentos en los cuales se reseña todo el edificio y su distribución. El recinto era un complejo en el que la iglesia, el convento, la hospedería y el recinto externo fue fortificado de forma que fuera utilizado para alojar las tropas, salvaguardar el ganado y albergar a los campesinos en cuanto se presentaba un peligro.
Actualmente en proceso de remodelación, resulta impactante contemplar estos muros y sentir el paso de la historia teniendo como teníamos la fortuna de viajar acompañados de tan significativo personaje.
Poco lejos del lugar, se encuentra el Castillo de Salvatierra, edificado por los musulmanes en el siglo X o tal vez XI sobre un montículo que se asienta a los pies de monte volcánico de Atalaya, frente al castillo que acabábamos de dejar atrás en Calatrava la Nueva.
El castillo de Salvatierra se edificó sobre un primer asentamiento romano pues el lugar es de gran importancia en lo que se refiere a las comunicaciones a través de Sierra Morena puesto que se hallan en las cercanías, las vías naturales que unen la Meseta Central con la Depresión del Guadalquivir, lo que convertía esta zona en estratégica.
Al final de la jornada, cansados y felices, estuvimos conversando acerca del itinerario a seguir. Las opciones eran muchas y no estaba claro si volver hacia el norte para visitar Bolaños, o continuar por la zona volcánica. Así que al final quedó en suspenso hasta la siguiente jornada.

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