Montes obaresnes


El turismo de naturaleza tiene grandes atractivos y uno de ellos es que siempre queda algún lugar por descubrir. Incluso cuando ya lo conoces. Castilla León es una comunidad con solera monumental. Una solera que alcanza densidades impresionantes en según que zonas, por no decir en casi todas. Y por si fuera poco eso sucede en parajes de particular belleza pues la personalidad de cada provincia, de cada comarca y de cada pueblo, forman un mosaico en el que nunca se repite la misma figura.
Parques naturales tiene varios. Entre ellos el de Montes Obaranes- San Zadornil no es precisamente uno de los más conocidos y sin embargo, tropezarse con él es una experiencia estimulante, divertida y diferente. Enriquecedora en lo cultural y espectacular en lo natural. El parque natural de Montes Obarenes-San Zadornil resume un mundo en el que se funden grandes posibilidades. Deportes, naturalismo, observación de aves, una gran riqueza de flora y fauna, pueblos que parecen detenidos en el tiempo, monumentos de distintos estilos y mucho por descubrir.
El parque comprende además de los Montes Obarenes, las sierras de Oña, La Llana, Pancorbo y Arcena. Este espacio natural puede presumir sin rubor de ser el marco de una serie de hermosos y profundos desfiladeros. El Ebro en Sobrón,  el Oca en Oña y el Purón en la sierra de Arcena, son paisajes que cortan la respiración por la intensidad de su belleza.
En la villa de Oña, en los Obarenes, el monasterio medieval de San Salvador es un monumento excepcional que conocer. Y la villa de Frías, con su castillo, sus casas colgantes y el puente fortificado sobre el río Ebro. O Santa Gadea del Cid, con su castillo, su plaza porticada y su recinto amurallado. De aquí parte la ruta de Miranda de Ebro, un aliciente añadido a los muchísimos del Parque Natural de Montes Obarenes-San Zadornil.
Tanto por ver y disfrutar en sus treinta y tres mil hectáreas de superficie que incluyen nada menos que cincuenta y tres núcleos de población que no alcanzan en total los siete mil habitantes. Un paraje natural donde las aves migratorias tienen su ruta y su estadía y los bosques llenan los parajes de hayas y encinas que se mezclan con enebros y madroños, alcornoques y serbales, arces, brezos y aulagas, tomillo y espliego y todo ello en armónica convivencia con varias clases de pinos.
Un mundo infinito en la provincia de Burgos.

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